Sangre en el altar

Por Lunes, abril 13, 2015 0 Permalink 0

Fue una sensación rara acabar nuestro concierto-recital y vernos ante un charco de sangre en el suelo. Ocurrió el 28 de marzo, justo el día que celebrábamos el 500 cumpleaños de Santa Teresa de Jesús. Estábamos saludando al público en el altar de los franciscanos de Barcelona el organista Fray Agustí Boadas y yo mismo cuando, repentinamente, una señora cayó de espaldas al suelo y se abrió la cabeza.

Acababan de finalizar los aplausos y había algunas personas que subían las escalinatas del altar para hablar con nosotros. También nos estaban haciendo fotos con un libro de Santa Teresa en las manos. La señora midió mal la distancia de los peldaños y se fue para atrás.

Fray Agustí empezó a marearse ante el gran charco de sangre y tuvo que sentarse en el suelo. Yo sujeté a la señora por la espalda como mejor pude, mientras otro fraile traía de la sacristía algunos paños que otro amigo usaba para cubrirle la brecha del cráneo, con poco éxito, la verdad.

Alguien llamó a Emergencias, otro quiso parar a un taxi y pronto llegó la ambulancia. Al rato se llevaron a la señora al hospital con gente del público acompañándola, personas que ella no conocía. Luego nos enteramos que la señora estuvo unas horas en observación, que al hospital llegó una prima suya y que afortunadamente el tema no fue a mayores.

En el trance supimos que la señora estaba nerviosa porque su hija se hallaba en Nepal y daba pocas señales de vida. Esperaba con ansiedad que se pusiera en contacto con ella y nos dijo que a mitad del acto salió un momento a la calle pensando que por fin su hija le llamaba, pero no…

Recuerdo que cuando leí esa noche “Nada te turbe” de Santa Teresa noté desde lo alto ese instante eléctrico que sabes está penetrando en la audiencia. Porque es un instante pleno de silencios, de angustias, de soledades, de inconmensurable amor. Nadie tose, nadie se mueve, sólo se ven siluetas a carboncillo que se difuminan entre la bancada de un largo y oscuro templo, en ocasiones insólito.

A esta señora a la que probablemente nunca más volveré a ver dedico hoy este blog. Porque ni estuvo ni está sola.

 

 

 

No hay comentarios.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *