Campesinos cobardes

Por Viernes, mayo 29, 2015 0 Permalink 0

La Administración Pública no está hecha para cobardes. A todos los campesinos que se están suicidando en la región de Haryana, en India, el Estado les acusa. Para su máxima autoridad política, un tal Kisan Morcha, los agricultores que se quitan la vida porque no pueden soportar la presión de haber perdido sus cultivos a causa del mal tiempo son unos cobardes y criminales porque perjudican a sus conciudadanos, y por consiguiente su desesperación no puede tener ninguna conmiseración, más bien al contrario.

En lo que va de año los campesinos que se han suicidado en Vidarha superan los 200 casos, así que pronto se rebasará la cifra de un suicidio al día. Las estadísticas también aumentan entre los agricultores de Andhra Pradesh y Maharashtrian.

Según un informe del Dr. Lakshmi Vijayakumar, el suicidio en la India está íntimamente entrelazado con la historia. Mientras en Occidente se considera que es un problema psicológico individual, en la India el suicidio en un problema sobre todo social. Los Upanishads lo condenan, pero el Ramayana y el Mahabharath lo ensalzan. El Dharmasasthra habla expresamente de “suicidios permitidos”.

Cada año se quitan la vida en la India en torno a 100.000 personas (hay quien sostiene 300.000). Más de la mitad de los casos son perpetrados por personas entre 15 y 44 años de edad. Las razones son diversas: alcoholismo, perturbaciones mentales, no cumplir las expectativas de la dote, desengaños, exámenes suspendidos… Lo relativamente nuevo es que en la nómina aumenten los casos de campesinos a quienes acaso unas lluvias torrenciales y una sequía extrema ha arruinado la cosecha.

En Francia los agricultores son también curiosamente la categoría social más afectada: unos 30 suicidios por cada 100.000 campesinos. En España leo que ha aumentado el suicidio un 22% por la crisis económica y supongo que, por ende, lo mismo debe ocurrir entre la gente del campo. Hasta un ministro de Agricultura, el japonés Toshikatsu Matsuoka, se quitó la vida hace unos años… aunque no fue por las inclemencias del tiempo sino por la corrupción.

No sé muy bien si esta desesperación que entierra a tantos agricultores allí y aquí se debe al cambio climático, a la presión sobre los precios y la producción, a la corrupción o a las ambiciones que los listos de la ciudad han inculcado a los ignorantes aldeanos. O si acaso es la pérdida del sentimiento de pertenencia, de raíces, que da un cierto sentido a la propia existencia.

Ya sabemos que lo que no echa raíces, no perdura en el tiempo. Es efímero, como tantos valores de hoy en día. Ahora el campesino apenas mira al cielo, casi no se detiene a observar cómo crecen las espigas, tampoco reza para que llueva… Al repudiar la memoria y aquellos ritos, la otrora vida noble del campo dejó hace tiempo de ser noble y por lo que parece también está dejando de ser vida.

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