Las estrategias

Por Lunes, febrero 16, 2015 0 Permalink 0

Dice Jean Klein que hay que ver el problema que supone soñar despierto y elaborar estrategias. Es verdad. Porque es muchísimo el tiempo que dedicamos a hacer planes y más planes que luego quedan en poco o en nada.

Los políticos, por ejemplo, están todo el día tejiendo estrategias para salir en los medios de comunicación y ocupar o mantenerse en el poder. Los militares tienen la asignatura de estrategia como un conocimiento troncal. También los economistas se pasan horas y horas analizando cómo pueden ganar más dinero para quitárselo a otros.

El desenfreno estratégico lo abarca todo. Los transportistas duermen, comen o echan gasolina allí donde les salen mejor las cuentas. Los agricultores prueban y prueban fertilizantes para ganar en productividad. Los actores y los músicos también gastan esfuerzos tremendos en mejorar su taquilla, su subvención.

Los románticos, desgraciadamente, no son una excepción, aunque un punto distinta. Los enamorados obviamente elucubran segundo a segundo cómo ganar el amor prohibido, el soñado, el virtual, el imposible o el sencillamente posible.

El estratega romántico puede, sí, disfrazarse de Casanova, de don Juan, de don Giovanni o de un don nadie con aires intelectuales o atléticos o ecologistas; pero su táctica en el amor es, cómo lo diría, menos diletante si su pasión es verdadera. Subyace en su ímpetu una suerte de utopía real, de eternidad lograda hasta el fin de los días.

Por eso me preocupa tanto lo estratégico, adónde nos llevan. A lo largo de los tiempos siempre ha sido así, ya sé. Quizá por eso pienso ahora en Marco Antonio y en Cleopatra, que pusieron su amor por delante de la estrategia de sus imperios romano y egipcio. Su final también lo sabemos. Ambos acabaron suicidándose.

 

 

 

 

 

No hay comentarios.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *