Un cuaderno de dibujo en cualquier guerra

Por Lunes, septiembre 1, 2014 0 Permalink 0

No estoy muy convencido de que cualquier guerra no sea mundial. Para las tribus que se enfrentaron, y enfrentan, por un pequeño cacho de tierra, su guerra es tan mundial como cualquier gran guerra: el tamaño de la conquista o el número de muertos qué más da si el dolor es algo que sólo el tiempo agota.

La Primera Guerra Mundial, de cuyo inicio se cumplen ahora 100 años, dejó 15 millones de muertos. Y yo me sigo preguntando por qué me recuerdan tanto número si ese soldado anónimo quedó enterrado en algún lugar también sin memoria y ahora yo sólo veo su cuaderno de dibujo resucitado entre sus pertenencias.

Me he quedado mirando ese pulso caído en Bad Ischld, donde el kaiser Franz Joseph firmó el inicio de tanta desolación. Los rostros perdidos, los objetos recuperados, las cartas manuscritas de muchos adioses. Pero sobre todo ese diminuto cuaderno a lápiz con la perspectiva infinita de las trincheras, los sacos, las ametralladoras apostadas y esos cigarrillos columpiándose en los labios esperando la detonación, ¿la última ya?

Y he pensado que el mundo es también una gran alfombra de cuadernos enterrados que han sido dibujados en esas imaginarias de guardia y de silencio, en horas de alborada o luna llena, con la mina del lápiz trazando un punto de fuga imposible.

Así, sin darnos cuenta, tú y yo vamos pisando cada día millones de cuadernos de dibujo tragados por la tierra… hasta el seguro olvido.

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